domingo, 24 de mayo de 2020

HISTORIA

HISTORIA.

Si el nombre de Pedro Miquel Carbonell ha llegado hasta nosotros se debe seguramente a la publicación de las Croniques de Espanya, obra que le colocó en el primer término de los historiadores de su época, cuyo privilegio retuvo por mucho tiempo, a pesar de la crítica de algunos de sus sucesores, que fueron muy inferiores a él.
Estudioso y reflecsivo hasta lo sumo, justo por carácter, investigador incansable, entusiasta por las glorias de su patria y custodio del panteón de estas, debió natural y necesariamente entregarse a los estudios y trabajos históricos. Si el lector nos sigue en el examen y lectura de estos, se hará cargo del gran partido que supo sacar de las dotes de su carácter y de su ventajosa posición.
Aunque nuestro principal objeto es el de presentar al público las obras inéditas del referido autor, no podemos prescindir de dar antes algunas noticias de las que han salido hasta hoy día a luz, cuales son las Chroniques de Espanya fins aci no divulgades: que tracta dels Nobles e Invictissims Reys dels Gots: y gestes de aquells: y dels Comtes de Barcelona: e Reys de Arago: ab moltes coses dignes de perpetua memoria; el episcopologio de la iglesia de Barcelona, bajo el título de Episcoporum Barcinonensium qui gradatim post domini nostri Jesu-Christi passionem fuerunt tam tempore Gentilium et Gottorum ac Imperatorum tunc regnantium et Christianos persequentium quam etiam Christianitatis tempore ordo et numerus (1), y el pronóstico o juicio de la ciudad de Barcelona, o sea. De la conservatio e duratio de la ciutat de Barcelona (2).
De estas dos últimas solo se nos ofrece decir que el P. Flórez fue el primero que publicó el episcopologio en la pág. 359 del tom XXIX de la España Sagrada, y D. Próspero de Bofarull y Mascaró quien dio a luz, en la pág. VII de la Introducción a Los Condes de Barcelona Vindicados, el pronóstico o juicio de la ciudad de Barcelona. El mérito y exactitud del episcopologio le han ensalzado y deprimido a su vez diferentes autores, a los que remitimos al lector, puesto que no es este nuestro propósito, mientras que le aconsejamos vea el pronóstico de Barcelona, pues su valor aparece de su simple lectura. Está escrito de puño propio de Carbonell, y aunque no dice ser obra suya, no puede en manera alguna dejársele de atribuir, por estar lleno de correcciones y cambios de cláusulas enteras, y guardar muchísima relación con el contenido de una carta que, sobre la etimología del nombre de esta ciudad, le escribió su primo Gerónimo Pau, desde BRoma, en los idus de junio de 1475, y es el ultimó documento que publica Marca en el Apéndice á su Marca Hispanica. Pasemos ya a tratar de la Crónica.
(1) Archivo de la Corona de Aragón, al fól. 63 del Memoriale n. 49.
(2) Idem, al fól. 16 v. del Registro n. 1529, parte II.

Seguramente iría reuniendo Carbonell en los diez y ocho primeros años de su archiverato los conocimientos y noticias necesarias para escribir su Crónica, que comenzó en 3 de febrero o 19 de mayo de 1495 (1), ausiliado del inteligente literato Gerónimo Pau, natural de Barcelona, doctor en ambos derechos, canónigo de esta Catedral y cubiculario del Papa Alejandro VI, que la revisó y corrigió únicamente hasta el reinado de Pedro III el Ceremonioso por haberle sobrevenido la muerte en 12 de marzo de 1497(2).

Llegó a oídos de D. Fernando el Católico que su archivero se dedicaba a tan útil e interesante trabajo, y en su Real carta, dada en Barcelona a 7 de agosto de 1496, le suplicó, encargó y mandó, que la continuara, acabara y custodiara en su Real Archivo (3). Pero conociendo Carbonell todas las dificultades que ofrecía el estender la historia del monarca reinante, y temiendo por otra parte ofender la susceptibilidad y el amor propio de los cronistas especiales que el Rey tenía para escribir sus hechos, no pasó del reinado de D. Juan II, padre de D. Fernando (4).

(1) Fól. 1 v. col. I, y 257 v. col II, Chroniquesde Espanya, per Pere Miquel Carbonell.
(2) Fól. 1 v. col. I, 6 v. col. I, y 237 v. col. II, id.
(3) Fól. 1 v. col. I, y II, id.
(4) Fól. 6 v. col. II, y 257 v. col. II, id.
Para conocer cuanto vale esta obra, basta leerla detenidamente, sin perder de vista la época en que fue escrita y sobre todo sin achacar al autor un sin número de crasísimos errores que en su contesto se notan y que en manera alguna pudo cometer, atendidos los conocimientos que poseía, y que corría a su custodia la fuente de las verdades históricas. No dudamos en hacer esclusivo cargo de ellos al impresor y editores de la misma.
El recomendable bibliógrafo D. Nicolás Antonio, en la I col. de la pág. 219 del tomo II de su Biblioteca Hispana nova, dice, hablando de la mencionada Crónica, que se hicieron de ella dos ediciones en Barcelona, ambas en folio, la una en 1536, y la otra en 1547. (1) Respetamos cual cumple la opinión de este reconocido escritor, pero nos atrevemos a asegurar que no existe otra edición que la costeada por los ciudadanos y comerciantes en libros de Barcelona Jaime Manescal, Rafael Deudor, Juan Guardiola y Juan Trinxer, estampada en fóleo en la misma ciudad por Cárlos Amorós, en 15 de noviembre de 1546 y publicada el siguiente año de 1547, fundando nuestra opinión en las incontestables y siguientes razones: 1.a Porque las más detenidas investigaciones y cotejos que hemos practicado y mandado practicar entre la mayor parte de los ejemplares que existen en las bibliotecas de España y Francia, han dado constantemente por resultado el ser todas iguales a la única que admitimos.
2.a Porque todos los autores que citan la Crónica de Carbonell indican una misma foliación, que conviene siempre con la que marca la impresión de Amorós, siendo imposible que aquella fuese enteramente igual en dos ediciones, a menos que se quiera suponer que se cambiaron solo las portadas y los finales. ¿Quién sabe si Nicolás Antonio fundaría su dicho en las palabras novament imprimida que se notan on la portada de la edición de 1546? Pero debe tenerse entendido que, en el lenguage catalan, antiguo y castizo, el advervio novament equivale al castellano recientemente. Por lo demás, no podemos calcular de dónde tomó dicho bibliógrafo la fecha de 1536, cuya edición no reconoceremos hasta que se nos presente un ejemplar de la misma.

(1) Del mismo parecer es el P. Manuel Marcillo, en la pág. 362 de su Crisi de Cataluña, pero su opinión se reduce a copiar exactamente el dicho de Nicolás Antonio.

Practicado ya este ligero examen de las obras de Carbonell hasta hoy día conocidas, pasaremos a ocuparnos de las inéditas, siguiendo el mismo orden que damos a su publicación.
Cuando el rey D. Juan II de Aragón se hallaba en los últimos momentos de su vida, afectado de la penosa enfermedad que le acarrearon las imprudentes fatigas de una cacería en que tomó parte a la avanzada edad de ochenta años, fue consultado Carbonell por los deudos y favoritos de este monarca y por las autoridades del Principado, con el objeto de preparar el ceremonial de las honras funerales y demás que deberían celebrarse después de su muerte. En vano practicó las más detenidas investigaciones en el Archivo Real que corría a su cargo, pues nada pudo encontrar relativo a la demanda que se le hacía, y persuadido de cuan conveniente fuera evitar para lo sucesivo la falta de tales noticias, y corregir la omisión o descuido que en aquel punto se había cometido hasta entonces, se propuso presentar todo cuanto se practicase en aquella ocasión, y enterarse de los actos privados, por los dichos de las personas que mediasen en ellos, formando de todo una circunstanciada relación desde la fecha en que D. Juan dejó la ciudad de Barcelona para asistir a la cacería, hasta el momento en que descansaron sus restos con los de sus mayores en el monasterio de Poblet. Emprendió esta obra con la constancia propia de su carácter, apuntando los hechos a medida que pasaban con su acostumbrada exactitud y minuciosidad. Muy en breve supo el rey D. Fernando el proyecto de Carbonell, y para estimularle a realizarlo, le dirigió la honorífica carta con que encabeza su obra, fechada en la misma ciudad de Barcelona a 13 de setiembre
de 1479, en la que, después de elogiar sobremanera el objeto de aquella y ponderar la utilidad que podría seguirse de su ejecución, concede al autor la honra de considerarla digna, después de puesta en limpio por mano del mismo, de ser colocada entre los registros de su Real Archivo, con la prevención de reservarla al publico, y la prohibición absoluta de dar de ella copia a persona alguna, a menos de recibir Real mandato en contrario. Carbonell dio felizmente cima a su propósito, pero cuando comenzaba a estender una preciosa copia del borrador de su manuscrito, le alcanzó la muerte, dejando este tan plagado de correcciones y acotaciones, que nos ha sido sobradamente engorroso y difícil su decifre. Por fortuna, la larga y constante práctica que tenemos en esta clase de trabajos, el perfecto conocimiento que nos hemos formado del lenguaje del autor, por fin las repetidas comprobaciones y consultas que hemos practicado nos ponen felizmente en el caso de presentar al público un resultado exactísimo que deja del todo tranquila nuestra exigente conciencia. Esta obra lleva el título De exequiis sepultura et infirmitate Regis Joannis secundi, y este y la carta que acabamos de indicar preceden al prólogo, en el que el autor atribuye la falta que del ceremonial de las exequias de los monarcas se nota en las perfectas y acabadas ordenaciones de la Casa Real de Aragón, al reparo que estos tendrían de ocuparse en disponer pompas mundanas para después de su muerte y a su voluntad de reservar este cuidado para sus sucesores, mayormente cuando no olvidaron consignar en aquellas lo que debía practicarse al ocurrir la muerte del Papa, la de los reyes de otros estados, si eran parientes suyos, y la de sus primogénitos, hijos, obispos, etc. etc. Manifiesta también en él la estrañeza que le causa el observar que ninguno de sus antecesores en el cargo de Archivero se hubiese ocupado de aquel asunto, se queja de que los Concelleres de Barcelona no quisieran prestarle un libro que tenían en la casa de la Ciudad referente a sepulturas Reales, indica que de la relación de los médicos y manumisores de D. Juan sacó los datos de los hechos que no había presenciado, y finalmente espone haber emprendido este trabajo a instancia de muchas personas de respetable nombre y fama, especialmente del obispo de Gerona, Juan de Margarit, que había sido canciller (canci-ciller en dos lineas) del difunto rey. Sigue al prólogo el índice de los noventa y cuatro capítulos en que la dividió para hacer más agradable su lectura (1), de los cuales los noventa y tres primeros versan sobre el asunto que se propuso tratar y el último lo reservó a probar, contra la oponión de algunos, que las sepulturas pomposas pueden celebrarse en obsequio y alabanza de Dios y en provecho y sufragio de las almas, a escusarse de haber invertido tanto tiempo en este trabajo, por resultar del mismo grande honra a Dios y el Rey, a describir estensamente las exequias que en la antigüedad hicieron los Egipcios a sus reyes, y finalmente a celebrar la piedad, la liberalidad, el valor y la caballerosidad de D. Juan.

(1) Carbonell dice al fól. 50 v. de su manuscrito lo siguiente. «Nota que si aquesta obra scrita en lo present libre fos consecutivament scrita portara tedi als legidors e par a mi millor haie yo divisit aquella per capitols per enamorar los legidors de aquella. E conte LXXXXIII cap. » Pero debe tenerse presente que entonces no había estendido aun el 94, que lo verificó en la última época de su vida, como se conoce muy bien por la falta de pulso que se advierte en sus caracteres.

A continuación de este último capítulo pone Carbonell un estracto de todas las cosas que se necesitaron para las exequias de D. Juan, con el objeto de hacer menos trabajosa al lector la adquisición de esta noticia y sin duda para que sirviera de pauta en los casos de igual naturaleza que pudieran ocurrir en lo sucesivo; una nota de los personages que fueron invitados a acompañar con luces el cuerpo del Rey; los nombres de los caballeros encargados de correr las armas Reales y practicar las restantes ceremonias; y dos diarios del curso de la enfermedad, el primero absolutamente facultativo, que creemos ser el mismo a que se refiere el cap. 34, y el segundo, ampliado por el autor, que lo estendió sobre los datos suministrados verbalmente por Gabriel Miró, médico de cabecera del Rey.
El lenguaje a la par que correcto es muy elegante y fluido, las descripciones brillan por su naturalidad y precisión, tan difíciles de reunir, mientras que la exactitud histórica es sobresaliente. Las primeras calidades se notan a la simple lectura, y con objeto de comprobar la última, hemos creído oportuno publicar, como en apéndice, lo que sobre los mismos hechos nos refiere Pedro Juan Comes en el cap. 24 del lib. II del manuscrito titulado Libre de algunes coses assanyalades succeydes en Barcelona y en altres parts - 1583, existente en el Archivo Municipal de de esta Ciudad, y lo que va continuado al fól. 74 v. del dietario de la antigua Diputación de los tres Brazos o estamentos de Cataluña, correspondiente al trienio de 1476 a 79, custodiado en el Archivo general de la Corona de Aragón.

También escribió Carbonell dos cartas en latín a su amigo el presbítero Gabriel Vilell, desde el Real Archivo, la primera a tres de los idus de junio de 1512, y la segunda a diez de las calendas de diciembre de 1514, esponiendo en ambas la vida y milagros del obispo de Barcelona S. Severo, y la traslación de su cuerpo desde el monasterio de S. Cucufate del Vallés, en que se hallaba, a esta Santa Iglesia Catedral. En la primera, después de saludar a su amigo, de manifestar que a su instancia emprendía aquel trabajo y que únicamente para complacerle pasaba a ejecutarlo, a pesar de las ocupaciones que tenía en el Real Archivo, del poco lugar que estas le dejaban para entregarse al estudio de las humanidades, y de la avanzada edad de 78 años que a la sazón contaba; refiere el milagro que el Santo hizo, sanando radicalmente la gangrena que estaba ya declarada en la pierna del Rey D. Martín de Aragón, de resultas de la inflamación de la inveterada e incurable llaga que en ella tenía, precisamente en la noche anterior al da señalado por los cirujanos para ejecutar la amputación; y sucintamente la traslación del cuerpo del Santo. Pone en seguida la vida de este desde su elección en obispo de Barcelona, incluyendo todos los milagros que hizo, y concluye con una nota o catálogo de los que le precedieron en el obispado, añadiendo sus dos inmediatos sucesores, Paciano y Berengario, y (parece una v) con la pasión y muerte de aquel. Al pie de esta carta continúa el autor un himno al Santo, que lo copió, según dice, de un códice antiquísimo, y la oración que acostumbraba rezarle, esponiendo que, por la gran devoción que le profesaba, puso su nombre en la pila a uno de sus nietos, y mandó construir, en el jardín de su casa de la calle den Serra, una capillita dedicada a nuestro Señor Jesu-Cristo, a su inmaculada Madre, al Arcángel S. Miguel, a S. Severo y a Sta. Eulalia, El contenido de la segunda carta se reduce a esplanar más circunstanciadamente la misma vida del Santo. El estilo de ambas es correcto y tiene cláusulas elegantes.
En la misma lengua escribió Carbonell otra carta, también desde el Real Archivo, el día anterior a las calendas de noviembre de 1493, a Miguel Pérez Almazán, secretario de D. Fernando el Católico, sobre la espulsion de los herejes y judíos de todos sus reinos, decretada por este monarca, sobre la conquista de Granada y sobre la paz establecida entre los reyes de España y Francia y la recuperación de los condados de Rosellón y Cerdaña, que con tan buen éxito había agenciado el referido Almazán. El contenido de esta carta es un entusiasta elogio del Rey Católico, y como el corazón del autor, en los momentos en que la escribía, se hallaba verdaderamente inspirado, su estilo es espontáneo y elegantísimo. La más vasta erudición rebosa en ella por todas partes, y en nuestro concepto es una de las más bellas páginas latinas de nuestro Cronista, y una convincente prueba de que en su juventud había leído y estudiado con mucho aprovechamiento las obras de los grandes maestros de la antigüedad. ¡Con cuánto patriotismo ensalza la conquista de Granada ! ¡Con cuánta fé celebra la espulsion de los enemigos del cristianismo! ¡Con cuánta satisfacción contempla solidada la paz en su patria!... Al pie de esta carta copia un epigrama escrito en elogio de Almazán, añadiendo otro que él compuso a igual objeto.
A mas de estos trabajos, hizo Carbonell un minucioso estracto de los procesos originales seguidos por la Inquisición en las diócesis de Barcelona, Tarragona, Vich, Gerona y Elna desde el día 14 de diciembre de 1487, hasta el 5 de marzo de 1507, cuyo examen le facilitaron los mismos inquisidores, intercalando en él todas las disposiciones que habían dictado y continuaban dictando los reyes relativas a este asunto, y le dio el título de Liber descriptionis reconsiliationisque purgationis et condemnationis hereticorum, alias, De gestis hereticorum (1). Su mérito consiste en la minuciosidad con que nota los nombres, los oficios y hasta el domicilio de los acusados o reos, en la exactitud con que refiere las ceremonias practicadas por aquel tribunal en los diversos casos que se presentaban, y en los interesantes detalles que nos da de las costumbres de los judíos, y de los cargos que se hicieron a algunos herejes de nombradía, cuyas sentencias copia íntegramente.

(1) Este estracto forma parte del registro n. 3684 del Archivo general de la Corona de Aragón, que lleva el título esterior Registro sobre negocios de la Inquisicion. Fernando II.


En general guarda este extracto el orden cronológico, y nos admira sobremanera la constancia con que le continuó hasta un año o dos antes de su muerte, en los que la inquietud de la peste que reinaba entonces en Barcelona y el mal estado de su delicada salud no le permitirían seguramente pasar adelante. Usa en esta obra más comunmente la lengua latina que su idioma nativo, pero es cierto que su mérito no consiste en el estilo, sino en los curiosos datos que contiene, mayormente siendo tan escasos los que nos han suministrado hasta el día los pocos escritores que han tratado, nunca con imparcialidad, de la historia y actos de aquel célebre tribunal.
Hemos dado hasta aquí todas las noticias que sabemos relativas a las obras inéditas de Carbonell que vamos a dar a luz; réstanos únicamente añadir las que hemos adquirido de otras cuyo paradero ignoramos, que no dejarán de ser leidas con interés por nuestros lectores, quienes estamos seguros se condolerán con nosotros de su pérdida.
Parece que Carbonell quiso devolver a los Inquisidores el obsequio que le dispensaran franqueándole los procesos originales seguidos ante su tribunal, formando espresamente, para uso de los mismos y a instancia de uno de ellos, llamado Francisco Pais de Sotomayor, un estracto del célebre proceso seguido en el reinado de D. Jaime II de Aragón contra los Templarios de su Corona, con el título de Super factis Templariorum. Así lo expresa la nota autógrafa que se lee en el primer folio del registro n. 291 del Archivo general de la Corona de Aragón, que á mas lleva esteriormente el título de Varia 5.° Procesus contra Magistrum militesque Militiae Templi anno MCCCVII regnante Jacobo II (1). Pero el mencionado extracto no existe ya en el Archivo, y seguramente no le devolvió alguno de los inquisidores, a quien se le prestaría en lo sucesivo, insiguiendo la voluntad de su autor.
Según se deduce del contenido de una nota autógrafa continuada al fól. 63 del Memoriale n. 49. (2) dejó también Carbonell un volumen en forma mayor (y tal vez otro en forma menor) de varias cartas dirigidas a distintas personas sobre diferentes materias, entre las que se hallaban las dos ya indicadas relativas a S. Severo, por fortuna copiadas en otro lugar.

(1) Tal es el contenido de esta nota. «Aquest libre ó registre es del Real Archiu de Barcelona pretitulat Regestum super negotiis Tempiariorum: lo qual libre o registre fo començat en lany de nostre Senyor Mli (Mil) CCCVII regnant lo Rey de Arago Jacme segon e lo qual libre o registre era tot deturpat e maltractat e tot desligat e yo Pere Michael Carbonell Archiver del Serenissimo D. Ferrando huy beneventuradament regnant Rey de Arago de Castella de Leo etc. el fet ligar e affegir paper a despeses mies encara no hi fos yo obligat huy ques divendres e comptam tres del mes de abril del any de la nativitat de nostre Senyor Mil cinccents e sis lo Sermo. D. Ferrando segon beneventuradament regnant. E mes le tot passat de charta en charta nombrant aquelles e per no haver tant (pone taut) treball en legir tan gran libre e a pregaries del reverend pare en Christ Inquisidor de la heretica pravitat Francesch Pais del Sotomaior he fet scriure un summari per mi fet de aquest libre faent lo ligar tot a despeses mies pretitulat Super factis templariorum e servira a prestarlo al dit reverend Inquisidor e a qualsevol altre inquisidor qui sera apres dell. »
(2) He aquí la nota. «Et ne memoria excidat si qnipiam vitam et moros huius Sancti Severi scire voluerit legat epistolam qnam divino Spiritu attractus edidi III idus junii anno Christi MDXII. Ego quidem P. Michael Carbonellus et illam manu propria scriptam ad probum virum Gabrielem Vilell presbiterum barcinonensem dore non distuli eamque reperiet iu codice meo maioris formae epistolarum mearum (mearnm) per me editarum. »

Probablemente el autor mismo o su hijo y nieto reservarían en su casa este manuscrito, como cosa particular, y con las vicisitudes de los pasados tiempos se habrá estraviado y destruído.
En conclusión: ofrecemos a nuestros lectores las siguientes noticias y advertencias que nos ha sido dable reunir relativas a otra obra inédita y autógrafa de Pedro Miguel Carbonell, cuyo paradero se ignora, titulada Memorables.
El autor que por primera vez la cita y nos da las únicas y escasas noticias que de ella existen es el Dr. Gerónimo Pujades en la 1.a parte de su Corónica universal del Principat de Catalunya, impresa en Barcelona en folio por Gerónimo Margarit en 1609, en cuya composición, es decir, en la parte relativa a inscripciones y lápidas romanas, le sirvió de mucho el contesto de aquella. Túvola en su poder algún tiempo mientras compuso la crónica (1) pero dejó de tenerla antes de acabarla (2). El modo como vino a parar y salió de sus manos no lo espresa, pero nos inclinamos a creer que se la prestarían y reclamarían después los descendientes de Carbonell, que tenían alguna relación de parentesco por linea materna con el Dr. Pujades, según asegura este al fól. 89 v. de su mencionada Crónica «aventhi (dice) ab ells y mos avis maternos alguna gota de sanch. » Pero, dejando aparte estas conjeturas, lo cierto y tristemente cierto es que nos ha sido absolutamente imposible hasta hoy descubrir su paradero.

(1) Fól. 100, 116 y 204 v.
(2) Fól. 172 v.

Citan también Las memorables Esteban de Corbera en su Cataluña ilustrada (1), el P. Manuel Marcillo en su Crisi de Cataluña (2), D. José Finestres y de Monsalvo en su Sylloge inscriptionum Romanorum (3), Nicolás Antonio en su Bibliotheca Hispana Nova (4) y otros, pero siempre con referencia al Dr. Pujades, que fue el primero y único que la vio.
Las Memorables que citan los autores catalanes era una colección de lápidas romanas o una descripción de las que existen en el Principado de Cataluña, puesto que en los veinte y un lugares en que la cita Pujades, en las partes 2.a y 3.a de su crónica (5), que en los años 1829, 30, 31 y 32 publicaron D. Félix Torres Annat, D. Alberto Pujol y D. Próspero de Bofarull, impresas en Barcelona por José Torner, ni en uno solo deja de referirse a aquellos objetos. Si algún otro punto histórico contuvo ¿cómo no volvió a citarla Pujades en el decurso de su crónica, en la que tantas veces menciona la de Pedro Miguel Carbonell?
Entre otras de las acepciones que Ducange da a la palabra Memoria se encuentran monumentum sepulcrum, y es fácil la conjetura de que, aun cuando Carbonell no diera acaso el nombre de Memorables a su colección de lápidas sepulcrales, lo inventaran los que a esta hubiesen de referirse, para indicar así, con un título breve y expresivo, la que existe en el códice de Gerona, citado anteriormente, y en el que va encabezada con estas palabras: Epigrammata in lapidibus sive marmoribus sculpta tam Romae et Barcinonae quam Tarragonae quam etiam in Hispania, no pudiendo dudarse de que era tan interesante trabajo propio de Carbonell, si se atiende a la dedicatoria o advertencia que hace a continuación a su hijo Francisco, expresándose de esta manera: Accipe Francisce fili charissime vel sic quiritum aliorumque civium veterum monumenta ex Hispaniarum marmoribus lapidibusque eruta per Petrum Michaelem Carbonellum. Sin embargo, la falta de certeza absoluta y el carácter colectivo de la obra son motivos suficientes para que el lector comprenda la omisión de esta parte en el conjunto de los opúsculos inéditos.

(1) Pág. 244 - En fól., en Nápoles, por Antonio Grammiñani en 1678.
(2) Pág. 363 - En 4.°, en Barcelona, por Mathevat en 1686.
(3) En el prefacio y en las pág. 23, 29, 31, 32, 39, 43, 46, 49, 56, 62, y 179. - En 4.°, en Cervera, por Antonio de Ibarra 1762.
(4) Pág. 219, tom. II. - En folio, en Madrid por la viuda y herederos de D. Joaquin Ibarra en 1788.
(5) Fól. 100, 106 v. 116, 119, 133, 161 v. 163 v. 167 v. 172, 172 v. 181, 184 v. 188 v. 189 v. 195, 204 v. 205 v. 251 y 255.

El códice que acabamos de mencionar, existente en el archivo de la Santa Iglesia de Gerona, tiene, formando parte de su general miscelánea, algún trabajo y cartas de carácter histórico, como son, primero: el Libellus de viris illustribus catalanis, que hizo Carbonell con la idea que guió a Bartolomé Faccio, al trazar las biografías de los italianos ilustres; y segundo: la correspondencia con Juan Villar, sobre genealogías y otros asuntos que interesan a la historia del Principado. Uno y otra hemos colocado al final de esta sección histórica, dejando al juicio del lector el apreciar su mérito, por ser el libellus trabajo solamente empezado, y las cartas en reducido número, aunque de visible interés.
La insuficiencia de nuestras escasas fuerzas nos ha retraído diferentes veces de emprender el trabajo que hoy ofrecemos al público; pero el valor intrínseco de la materia sobre que versa, el servicio que creemos prestar a la historia de nuestra patria y el obsequio que deseábamos tributar a la buena memoria de un cronista y archivero de la antigua Corona de Aragón, digno por todos títulos de la consideración de sus compatriotas, nos han animado por fin a efectuarlo (pone afectuarlo). Si estos dispensan buena acogida a nuestros esfuerzos, consideraremos sobradamente recompensadas nuestras largas y constantes tareas.

Exequias, sepultura, enfermedad de Juan II de Aragón