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viernes, 24 de junio de 2022

CARTA XXXIII. Noticia de algunos códices MSS. y libros raros de Valencia.

CARTA XXXIII. 

Noticia de algunos códices MSS. y libros raros de Valencia. 

Mi querido hermano: Por aprovechar los pocos días que me detuve en Valencia disponiendo el viaje a Tortosa, me dediqué a examinar algunos códices MSS. de la biblioteca de mi convento de Predicadores. Es este un buen depósito de curiosidades literarias y tipográficas, de las cuales diré algo mientras se prepara otra cosa.

Lo primero que me vino a mano fue un códice en fol. menor escrito en buen papel, que contiene las historias publicadas hasta ahora del arzobispo D. Rodrigo Ximénez, es a saber: Historia rerum Hispaniae, entera, sin distinción de libros, pero sí de capítulos. = Historia romanorum, completa. = Historia hugnorum, vandalorum, suevorum, alanorum, et silingorum. = Historia ostogothorum, seguida a la antecedente, que es su propio lugar. = Historia Machometi, (MahomaMohammad, etc) solos los seis capítulos primeros hasta la muerte de aquel impostor. Bien sé que se hallan en otras partes varios códices de aquellas obras; mas este tiene el mérito de ser sin disputa muy cercano a la muerte de su autor, como lo demuestra el carácter, que es del siglo XIII. Además su lectura es preferible en muchos lugares al texto que eligió Escoto (Hisp. illustr. tom. 2.), como lo puedes ver cotejando con el impreso las siguientes palabras que copié de este códice, y son del fin de la Historia romanorum. Dice así: Caesar itaque bellis civilibus IIII. annis in Ispaniam gestis, Romam reddiit, in isto redditu à senatoribus occidendus: et Ispania flebilis remansit omnium transeuntium pedibus conculcata, et variorum praesidum tyranide lacerata. Otra muestra de lo que digo es el prólogo a la historia de Mahoma, que en el MS. es como se sigue:

"Prologus in historia Machometi. 

Quia calamitatum acervus et gravissima in Ispaniâ dispendia quae fuerit perpessa, in superioribus ut licuit explicavi; nunc de excidiis arabum, quae utinam sint postrema, à quibus nichil fuit in Ispaniis intemptatum, finem imponere dignum duxi; si divina potentia velit à gladiatorum dissecationibus, custodire eam, quae jam à DXLII annis, et ultra fuit repetito gladio dissecata; nec à filiis evasit viscerum sectionem; imo quinque regibus dispertita ab eis et transfugis ad sarracenos intestini vulneris supplicia non evasit. Verum divina clementia misereatur (f. miserante) à tempore nobilis Alfonsi, qui prope Bilche Amiramominum cum arabibus campestri praelio efugavit, et fuit arabum gladius ebetatus, et gothorum strenuitas restituta, talionis semitas aperuit christianis; et sicut à principio christianos incolas sub tributi onere coegerunt, sic et modò, restitutis munitionibus principibus christianis, degunt in servitute solitam sub tributo. Eorum itaque successiones et tempora volens posteris conservare, eorum exordium à Machometi tempore incoavi, qui eorum sectae fuit conditor et inventor: de ejus origine, praedicatione, et regno, quae relatione fideli, et eorum scripturis ad detegendam gentis illius saevitiam, et versuciam satis breviter explicavi. Advertat autem lector saevitiam versuti hominis Machometi, qui corde finxit virus pestiferum, quo libidinosas animas quasi nexibus colligavit; ut discant parvuli à fabulis abstinere, et colligari de funiculis, et trahi vinculis caritatis," 

Hay que notar además en este MS. que en el prólogo - dedicatoria de la Historia rerum Hispaniae, se halla la particularidad advertida por Nicolás Antonio en el códice que poseía D. Juan Lucas Cortés; y es que el arzobispo D. Rodrigo hablando allí con el santo rey D. Fernando, le dice lo siguiente: Vobis itaque Castellae, et Toleti, Legionis, et Galeciae, Cordubae et LUSITANIAE inclite domine rex Fernande &c. Así se lee en este códice, donde se echan de menos las palabras, Murciae et Gienni (Murcia, Jaén), que se hallan en el de Cortés y en la edición de Escoto. El señor Bayer en las notas a Nicolás Antonio conjetura que en vez de Lusitaniae debe leerse Bastitaniae, aludiendo a Baeza, mayormente hallándose esta palabra entre las de Murciae et Gienni; mas faltando estas, como ya dije, en nuestro códice, queda en pie esta curiosidad y reparo histórico, acerca de lo que quiso indicar con ello el arzobispo D. Rodrigo.

Vi también allí mismo un vol. fol. MS. vit. que contiene las cuatro primeras partidas del rey D. Alonso: está escrito con gran prolijidad y exactitud, y es de principios del siglo XV. Otro casi del mismo tiempo, pero menos suntuoso, de los privilegios concedidos a la ciudad y reino de Valencia, los cuales imprimió después Diego Gumiel en 1515; pero en este códice hay variantes de consideración, como me aseguró el Lr. Ribelles, bibliotecario de dicha casa, que le tenía cotejado con el impreso, noticia que tal vez servirá algún día.

Hallé asimismo un vol. 4.° MS. vit. con este epígrafe: Aquest libre de menescalia ha  compilat, e esperimentat lo noble mossen Manuel Diez, senyor de la vila de Andilla. 

De este escritor y su libro de Albeitería (albéitar) habló Ximeno Bibl. Valent. t. I. pág. 35.; mas no conoció la edición que en idioma catalán se hizo en Barcelona por Juan Rosembach en el año 1515, la cual vi también en aquella biblioteca, y es traducción hecha de la lengua castellana, en que luego debió traducirse esta obra. Consta con certeza  que se escribió originalmente en lemosín, (puta manía de llamar así a la lengua valenciana, con tantos autores anteriores que lo corroboran) como se infiere de este códice ignorado de todos, cuya escritura es de mitad del siglo XV en que floreció su autor: que fuese este su manuscrito original, puede colegirse de esta nota que se halla al principio de él: Dio este libro original de su mismo autor a la librería del convento de Predicadores de Valencia Fr. Vicente Beaumont. 

Tan apreciable y aún más que este códice es otro que hay allí en 8.° vit., y contiene la obra intitulada Aurora, que escribió Pedro Riga, cantor y canónigo Remense, hacia los años 1170. El epígrafe de este códice dice así: Incipit biblioteca (biblia) metricè composita à magistro Petro Remense Riga, quam intitulavit Aurora (a). 

(a) El prólogo de este libro, y varias excerptas de él pueden verse en la Historia poetarum et poemarum medii aevi (medievo), que publicó Policarpo Leysers Halae Magdeb. 1721. p. 701. 727. Allí mismo pág. 697. 733. se leen los libros de Ester y de Rut puestos en metro por este Pedro de Riga, uno de los escritores que vindican la edad media de la barbarie que se le imputa; sobre lo cual merece leerse la disertación del mismo Leysers De fictam medii aevi barbarie, Helmstad. 1719, y otra que publicó el año próximo De primis theologiae doctoribus è saxonum gente; y aún más el tratado que posteriormente escribió M. G. Lehmanno De leoninis et rhythmicis *superforum temporum scriptis. Mucho pudieran haberse ilustrado estas obras con las ingeniosas y sabias composiciones métricas de nuestros españoles, de que tal vez podremos dar muestra algún día.

Es una paráfrasis de la biblia en dísticos y otros metros. En la Biblioteca latina de Fabricio se podrá ver el aprecio que hacen los eruditos de los códices MSS. de esta obra inédita, que yo sepa. Este de que hablamos tiene la ventaja de ser del siglo XIII, y entre otras cosas notables hallo en el prólogo que el autor se propuso componer en verso todo el Pentateuco, siendo así que en el prólogo que copió Fabricio de otro códice, se lee que sólo se propuso versificar sobre el Génesis.

A esta obra extranjera puede añadirse la noticia de otra,cuyo autor no conozco. Es un códice en 4.° del siglo XIV, que contiene una versión latina de la Ethica Aristotelis, al fin de la cual se lee: Magnifici viri domini Marti... juris utriusque ... ethicorum decimus feliciter explicit. Lo indicado con puntos está raído de propósito y con gran prolijidad; en lo cual no es fácil alcanzar qué objeto tuvo aquella mano ignorante. Lo cierto es que ni entre los Martinos de la Biblioteca latina de Fabricio, ni entre los intérpretes de Aristóteles del mismo he podido rastrear el autor de esta versión. El cual en el prólogo dice que hasta su tiempo sólo se había hecho una muy mala versión latina de los éticos de Aristóteles, atribuida a algún fraile de la orden de Predicadores; y hacia el fin añade: Ego igitur infinitis penè hujusmodi erroribus permotus, cum haec indigna Aristotele, indignaque nobis, ac linguam nostram arbitrarer; cùm suavitatem horum librorum, quae graeco sermone maxima est, in asperitatem conversam, nomina incorta (f. incompta, o incierta), res obscuratas, doctrinam labefactatam viderem; laborem suscepi novae traductionis, in qua, ut cetera ommitam, illud assecutum me puto, ut hos libros nunc primùm latinos fecerim, cùm ante non essent. 

Hay también un vol. fol. que contiene dos tratados. El primero es la crónica general que compuso Fr. Martín Polono de mi orden en el siglo XIII. El MS. es extranjero y muy cercano a aquel tiempo; es de notar en él que llega hasta la elección del papa Honorio IV, la cual pone en el año 1284, siendo así que Echard en su Biblioteca supone muerto al autor en 1278. El segundo tratado es Compilatio Girardi de Antiverbia canonicè clarimoten. = Principia “Reverendo patri ac domino Ivoni, miseratione divinam cluniacen. (Cluny) coenobii humili ministro, Girardus de Antiverbia, canonicus, vitam in praesenti, et gloriam in futuro. Omnem quidem ordinem sanctum, pater, in visceribus diligo, magnifico, vereor, et adoro...”

Guárdase también con mucho cuidado una biblia MS. en fol. max., que al parecer es del siglo XIV. Al principio se halla un precepto del General de mi orden Fr. Tomás Turco, en que prohíbe severamente que se extraiga de la biblioteca. La fecha es de 6 de Agosto de 1647. Copiaré algunas expresiones muy dignas de su ilustración y de la gravedad de la materia. Dice así: "Nos Fr. Tomás Turcus... Quia bibliorum codices antiqui MSS. ecclesiae Dei utilissimi sunt, ac necessarri, atque in magno praetio ad restituenda latinae vulgatae editionis loca depravata; et saepe contingit à stultis judicari hujusmodi biblia bibliothecarum loca inutiliter occupare, ac proinde vili praetio ea mechanicis artificibus vendere soleant, eorum chartas in viles usus conversuris: ideo tanto malo obviare cupientes, tenore praesentium &c.” Así hablaba aquel docto varón aun después de las correcciones de la biblia y de sus exactísimas ediciones

Vi también un vol. fol. Ms. a lo que parece de los principios del siglo XV. Todo él es lemosín, y contiene la miscelánea siguiente: primerament lo llibre apellat Macer, que es un tratado de medicina, o más bien de medicamentos para enfermedades particulares: síguese a este otro tratado de las plantas y sus virtudes, del cual acaso pudieran aprovecharse útilmente los botánicos modernos. Después de varios retazos de astrología, gramática y preces, en que se mezclan algunas supersticiones, sigue un libro que tiene este título: açi comencen los proverbis de la saviesa de Salamó

Es un compendio de filosofía moral y cristiana de muy buena mano, y escrito con no menos gracia que sencillez. Por último contiene un arte de cocina. Téngolo todo por anónimo: yo a lo menos no he podido rastrear el autor; son escritos apreciables por la gran multitud de voces que nos conservan del antiguo lemosín.

Para lo mismo y acaso sólo para ello, podrá servir otra obra también lemosina más desconocida que su autor. Es un compendio de todas las historias desde el principio del mundo. Le escribió Fr. Jayme Domenec (*), dominico, inquisidor en los reinos de Mallorca, y muy estimado del rey D. Pedro IV de Aragón, llamado el Ceremonioso, de cuya orden le comenzó en Perpiñán hacia los años 1360. 

(*) A este escritor llaman Echard y Nicolás Antonio Jacobus Dominici, y Diago (Hist. prov. Arag. l. I. cap. I.) Jayme Domingo. Por esta obra, que escribió en su lengua nativa, conta que se llamó Domenech. 

El autor se propuso extractar el Speculum historiale de Fr. Vicente Bellovacense, y continuar su obra hasta los tiempos del dicho Monarca; mas no llega sino hasta la concepción de Jesucristo, y aun eso llena dos vol. fol. 

Últimamente registré allí muy despacio un códice MS. fol., que contiene varias constituciones de la santa iglesia de Tarragona; es a saber, las provinciales de los años 1338. = 39. = 54. = 64. = 67. = 70.= 91. = 95. = y 1406.; todas las cuales casi a la letra están ya publicadas en las colecciones del cardenal de Aurea o Doria, de Antonio Agustín y del S. Teres (Terés). Sigue a ellas un escrito con este título: Ordo procedendi usitâtus per constituciones sacri concilii Terracone contra invasores, raptores, et depredatores hominum, bonorum, et rerum ecclesiasticarum in curiam Terracone. Qui etiam variatur ad arbitrium judicis secundum casuum accidentiam, ac qualitatem, conditionem, et statum personarum delinquentium, et in quibus delinquitur. Ordinatus per venerabilem Bartholomeum çes avaçes, decretorum doctorem, civem Terracone. Contiene además este volumen las constituciones de doce sínodos diocesanos celebrados en la misma iglesia en el siglo XIV y principios del siguiente. Cosa de que ni aun en sus episcopologios hallo noticia alguna. Y como sea verdad que las constituciones provinciales son las primeras y más autorizadas leyes de una iglesia metropolitana; todavía merecen gran consideración y aprecio las diocesanas, porque tal vez descienden a tratar de costumbres peculiares de uno u otro pueblo, y siempre son los monumentos más seguros de la disciplina peculiar de cada iglesia, así como las otras muestran la de cada provincia. 

Mas a pesar de tan feliz hallazgo, esperaré ocasión más oportuna para hablar de él, que ya hoy me he detenido sobrado en el escrutinio de los códices de esta biblioteca.

Sólo me falta añadir dos palabras sobre la copia adjunta, que es del testamento, y los cuatro codicilos que hizo en Tarragona poco antes de morir el obispo de Valencia D. Fr. Raymundo Despont en el año 1312. Había ido a aquella ciudad al concilio provincial, y hacia la fiesta de Todos Santos enfermó, y dispuso de sus rentas, libros y demás alhajas, como verás en este documento, con que se puede enriquecer el Glosario de Ducange, y se muestran las costumbres, simplicidad y piedad de los prelados de aquel tiempo. 

La copia es tomada de la que sacó por su mano el P. Fr. Josef Texidor, de mi orden, de una que existe en el archivo de la catedral de Valencia (a: V. el Apénd. n. XVII.). 

En esta misma ciudad vi un libro raro y desconocido a todos los bibliógrafos, y es una traducción lemosina del Sacramental que escribió entrado ya el siglo XV Clemente Sánchez de Verceal, arcediano de Valderas en la iglesia de León. Nicolás Antonio duda si esta obra se escribió originalmente en latín o en castellano. Bayer en las notas a la Biblioteca vetus asegura que fue escrita en castellano, y cita además de dos MSS. una edición de Sevilla del año 1478. Mas ni uno ni otro conocieron la traducción y edición de que hablo, en cuyo frontis se leen estas palabras: Lo Sagramental arromançat ab. ses alleguacions en lati. Si bien se considera la palabra arromançat, parece que la versión se hizo del latín; porque romance se llamaba entonces cualquiera lengua vulgar, en contraposición de las desusadas y muertas. Como quiera, es una versión literal, que comprende las tres partes de esta obra. Daré una muestra del prólogo: 

Nostre senyor Jesu Christ qui es vengut rembre lo humanal linatge: e ha donat orde, e regla com viure deuem (devem), et com nos puscam salvar... per ço yo Climent Sanxis, ardiaca de Vallderas en la sglesia de Leo, encara que peccador e indigne, preposi de treballar e de fer una breu compilacio de les coses que necessaries son als sacerdots que an cura de animes.... entench partir aquest libre en tres parts (*). Al fin del volumen se halla esta nota: Fonch emprentada la present obra en la insigne ciutat de Leyda per mestre Henrich Botell emprentador en lany de nostre Salvador Jesu Christ mil CCCC.LXXXXV. V. de nobembre (o nohembre) (**).

(*) Nuestro señor Jesucristo que vino a redimir el humano linaje, y dio orden y regla de vida para que podamos salvarnos... Por esta causa yo Clemente Sánchez (o Sanchís), arcediano de Valderas en la iglesia de León, aunque pecador e indigno, me propuse trabajar y formar una breve colección de las cosas necesarias a los sacerdotes que tienen cura de almas... Pienso dividir este libro en tres partes.

(**) Fue impresa la presente obra en la insigne ciudad de Lérida por maestre Henrique Botell, impresor, el año de nuestro Salvador Jesucristo 1495 a 5 de noviembre.

Es un tomo en folio menor; está entero, y consta de 166 hojas, sin contar el prólogo ni el índice de la primera parte. Está impreso a dos columnas en muy buen papel, y carece de páginas (paginación). Todas estas señas puedo dar del libro; mas no decir quién es su poseedor. 

A Dios. Tortosa &c. 

sábado, 14 de mayo de 2022

CARTA 5. Códices litúrgicos que se conservan en la Biblioteca de la santa Iglesia Metropolitana de Valencia.

CARTA 5. 

Códices litúrgicos que se conservan en la Biblioteca de la santa Iglesia Metropolitana de Valencia. 

Mi querido hermano: He comenzado estos días el examen de los códices litúrgicos que se conservan en esta santa Iglesia de Valencia, cuya razón voy a darte con la posible brevedad, pues lo he prometido. 

Primero hablaré de los que pertenecen a otras Iglesias, entre los cuales me han llamado la atención tres ejemplares de un misal inglés, todos en vitela, de diversos tamaños, escritos a fines del siglo XIII, o principios del XIV. 

Consta que son ingleses, no sólo por la multitud de Santos de aquella nación que celebra la mayor parte con octava, y por estar en la lengua de aquel país la fórmula de los esponsales; sino principalmente porque en un rasgo de la pluma del escritor al fin de uno de ellos, se lee que era de (1) Westminster (pone West-minster), acaso de la famosa y antiquísima Abadía de Benedictinos. Lo más notable que hay en ellos es la (2) secuencia para cada Domingo de Adviento: (3) cosa que sabes cuan rara es respecto de un tiempo en que por lo común cesa toda señal de alegría. Y aun echo de ver que estas son diferentes de los pocos ejemplares de esta excepción que cita Martene. (4) También tienen prosas para todas las fiestas de los Santos; y para que no falte a ninguna de ellas esta solemnidad, (5) las ponen en las misas comunes. A la oración secreta llaman secretum a diferencia de los nuestros antiguos, que unos la llaman sacra otros sacranda. En lo demás son harto conformes al romano. 

Hay también un misal escrito por un Bertrando Daynnier, loci de Flamnaco Dioecesis Ruthenensis (de Rodez) anno 1469. Otro también MS. en vitela en 4.° de la Iglesia de Roma, que fue del uso del Ven. D. Miguel Amigó, Presbítero valenciano: es de fines del siglo XV.

Item, Missale Ord. Minor. Venetiis edit. ab Octav. Scoto 1482 en 4.° 

Se halla también un breviario de la Iglesia de Cartagena MS. en 4.° en muy buen papel, pero diminuto. Carece de salterio: de los himnos sólo nota el primer verso, y de las lecciones la primera cláusula: pone en algunas fiestas dos añas, ad Magnificat: el Santoral comienza por la fiesta de S. Juan ante portam Latinam, y acaba con la de la Invención de la Cruz. La primera lección principia casi siempre por la del Martirologio. No se halla en él fiesta alguna posterior al siglo XII, ni aun de la del Corpus hace mención, sino por incidencia, hablando de los tiempos en que se debe decir el oficio de la Virgen. También parece favorecer mucho a la antigüedad de este códice la rúbrica del día de la Natividad del Señor, en la cual previene que las misas del gallo y de la aurora no se terminen con Ite missa est, sino con Benedicamus Domino; nè populus, dice, licenciatus ab Ecclesiam ad missam majorem non redeat. Palabras que manifiestan mucha proximidad al siglo XI, en el cual se escribió el libro intitulado Micrologus de observ. Eccles., en cuyo capítulo XXXIV hallo lo siguiente: Finitis nocturnalibus vigiliis, missa Dominus dixit ante matutinales laudes cum Benedicamus Domino, non cum Ite missa est completur, ne populo quasi licentiam abeundi infra matutinales laudes dedisse videamur, quas statim post missam, iterum concrepantibus signis, incipere solemus. Sin embargo, creo que este códice se escribió en el siglo XV, como lo manifiesta el carácter uniforme con las notas que puso algún curioso en las primeras y últimas hojas por los años 1460.

Vengamos ya a los códices propios de esta Iglesia, los cuales por lo general son del siglo XV, aunque alguno de ellos alcanza tal vez a los últimos años del XIV. Y es bien de admirar que entre tantos misales como se conservan, sólo haya quedado un breviario en folio MS. en vitela el año 1464, como consta de las tablas del cómputo eclesiástico. Otro ejemplar idéntico existe en la Iglesia parroquial de los Santos Juanes de esta ciudad, pero está escrito cuatro años antes. Contiene las constituciones sobre los oficios divinos, que el año 1408 formó el Obispo de esta Iglesia Don Hugo Lupia y Bagés con su Cabildo, las cuales envié el correo pasado. Aunque dejo para los siguientes la noticia de algunas costumbres de esta Iglesia, no puedo omitir hoy una cosa harto singular de este códice; y es, que en las principales festividades después del Resp. IX de maitines, pone una como prosa de seis u ocho versos, a la cual llama constantemente verbeta. Palabra usada también en algunas fiestas por un breviario del monasterio de Sixena (Sijena) que existe en la biblioteca de esta Universidad impreso en Zaragoza por Jorge Coci el año 1547; pero desconocida a los autores litúrgicos y gramáticos que he visto hasta ahora. Tal vez puede derivarse de los verbos verbicino, verbosor como si dijera: mucha, o nimia, o más alabanza. A no ser que la tengamos por lemosina en su origen, y alusiva en la significación a la voz verbet, con que los comerciantes de telas de seda de este país llaman a la tarjeta o papelillo cosido a las piezas de ropa donde apuntan su precio, varas &c. Esto (se) me ocurre ahora, no alcanzo más. De esta prosa no queda rastro alguno en los breviarios que se imprimieron; de los cuales, aunque se hicieron varias ediciones, no he hallado sino la de esta ciudad del año 1533. typis Francisci Romani; he visto de ella dos ejemplares en esta biblioteca de Santo Domingo, uno en 8.°, y otro en 12.° Coinciden en gran parte con el referido breviario MS., como también un diurno de esta Iglesia que se guarda en su archivo, y es de los principios de la imprenta, aunque carece de las primeras y últimas hojas. 

Aún a mediados del siglo XVI trabajó esta Iglesia en la reforma de su breviario, como se ve por el que dejaron MS. los eruditos valencianos Manfredo Escrivá, Gerónimo Carróz (Carroç), Luis Sabater, Tomás Real, Gerónimo Palomares, Sebastián Juan Pellicer y Miguel Sanz. Es digno de aprecio el celo y la prudencia con que estos sabios intentaron purificar los oficios eclesiásticos de ciertas nimiedades y pías representaciones antiguamente usadas, de las cuales no necesita la Iglesia para mostrar a sus hijos con todo decoro y majestad los misterios de nuestra santa Religión. No sé qué causas pudieron impedir la impresión de este códice, que se guarda en el mismo archivo, habiendo mediado tantos años desde 1544, en que le concluyeron, hasta la reforma de San Pío V. Los misales MS. de esta Iglesia son en mucho mayor número. Dos de ellos contienen únicamente las misas de las fiestas principales en que debía celebrar el Obispo. Los demás ofrecen variantes de alguna consideración, de que hablaré en los correos siguientes. En sus calendarios, que he copiado, anuncian la fiesta de S. Juan Chrisóstomo de este modo: San Joannis os auri, o aurei, Ep. et Mar. sin declinar jamás el dictado os auri, y dándole en todas las oraciones el dictado de mártir. Abundan en misas votivas y en secuencias, aunque en uno y en otro les exceden el impreso en Venecia, año 1492 fol., y mucho más el impreso allí mimo el 1509. Del primero hay dos ejemplares, uno de ellos en vitela, y nueve o diez del segundo. También se conserva otra edición de Zaragoza hecha por Coci año 1528. Otra reforma del misal emprendió esta Iglesia a mediados del siglo XVI, como se ve en el que dejaron en el archivo lleno de enmiendas, y con la añadidura de muchos prefacios propios, seis de los cuales son del Sr. D. Martín de Ayala.

Estos y otros misales prueban a mi juicio lo que algunas veces hemos hablado, que la mudanza de nuestra liturgia en el siglo XI se limitó al canon y al orden de las preces antes y después de él; mas no alteró la substancia de las oraciones que se conservaron en gran parte como en el mozárabe (pone muzárabe). Tales son las que prescriben estos códices a los Sacerdotes para vestir los ornamentos sagrados: la bendición del pan al tiempo de la oferta (ofrenda) del pueblo: la bendición in unitate Sancti Spiritus, benedicat vos Pater et Filius: la oración Aperi Domine, os meum antes del Te igitur; y otras muchas, que por lo que se halla en los códices anteriores, se ve que las conservó la tradición de los tiempos antiguos. 

No sé si merecerá toda la atención que yo creo la figura de la casulla, con que en varias letras iniciales del misal de 1509, se dibujó vestido el Sacerdote en ademán de celebrar el incruento sacrificio. Es cerrada enteramente, y doblada sobre los brazos, en todo igual a la planeta antigua. Tal vez pudiera conjeturarse que este era el uso de esta Iglesia por aquel tiempo; pero yo más bien diré que los impresores venecianos quisieron expresar la costumbre de la suya. Como quiera, se echa de ver que en una o en otra parte duraba aún en el siglo XVI (6) la casulla talar redonda, sin otra cisura que la necesaria para la cabeza. Igual figura se observa en las no despreciables y bien conservadas miniaturas de un ceremonial de Obispos. Parece del siglo XIV, y no de esta Iglesia. Los Diáconos nunca se pintan sino con túnica talar blanca cerrada del todo, con mangas hasta la muñeca. Los Obispos con planeta, y la mitra mucho más abierta que ahora, y las dos cúspides más bajas, aunque no tanto como las que se ven en el sepulcro 

del IV (4°) Obispo de esta Iglesia D. Jasperto de Botonach, que murió en 1288. La corona de Ministros más parece de los monjes de ahora que del clero secular. Se conservan también en esta Iglesia tres libros de evangelios impresos en Valencia en 1520 por Jorge Costilla, Cordobés. Otros tres de epístolas MSS. del siglo XV, y varios misales hasta el número de veinte y cinco a treinta. Hallé también un tomito en 4.° impreso en Valencia por Juan Jofre en 1529 intitulado: Forma calendarii, con tablas para un calendario perpetuo, y varias reglas para los cómputos &c. del uso de los Religiosos menores de San Francisco de la provincia de Aragón; y otro breviario en 4.° MS. en vitela del siglo XV para uso de la misma Orden. 

Se me olvidaba dar noticia de un collectario, o como llaman capitula, MS. en 8.° del mismo tiempo, en el cual se hallan algunas antiguallas. Entre otras la Benedictio sagittarum (saetas, flechas), para preservar a los que las lleven consigo de heridas de todas clases, y la Oratio pro declaratione Regis Aragonum. Juzgo que fue del uso de algún convento de Religiosos de nuestra Señora de la Merced o de los Trinitarios por las oraciones y preces que hay en las primeras y últimas hojas pro fratribus redeuntibus à redemptione captivorum, y también in captivorum advenientium receptione. 

Marcha el correo, y no puedo concluir hoy esta descripción. Algo queda para el siguiente. Dios te guarde. Valencia 20 de Noviembre de 1802. 


NOTAS Y OBSERVACIONES. 

(1) Westminster... famosa y antiquísima Abadía de Benedictinos. Este insigne monasterio no fue fundado en el primer siglo de la Iglesia por S. Pedro Apóstol, cuya invocación tiene, como aseguran algunos escritores ingleses de estos últimos siglos, sino en el VII por el monje Melito, que después fue Obispo de Londres, y adelante Arzobispo de Canterbury (pone Cantorbery), con el auxilio del Rey Sebertho, a ejemplo, y tal vez a instancia de S. Agustín el Apóstol de Hibernia, como juzga Mabillon. Tomó el nombre de Westminster de la situación occidental (west, oeste), donde se edificó, para que correspondiese a la Iglesia Catedral de S. Pablo, poco antes edificada al oriente de Londres por el Rey Ethelberto.

Deteriorada esta casa por la injuria del tiempo, hacia la mitad del siglo XI la restableció y reedificó magníficamente en diez y seis años el santo Rey Eduardo (Mabil. Annal. Bened. ad ann. 1049. t. IV. p. j510.) En su Iglesia fueron sepultados este santo Rey y su esposa Etgith, desde cuyo tiempo, en que Guillermo su sucesor le concedió también muchas posesiones, o acaso desde el reinado de Enrique III (pone Henrique, Henry), que la reedificó a principios del siglo XIII al estilo gótico, se destinó para sepultura de la Casa Real, con cuyo motivo hizo en ella Enrique VII un rico panteón para sí y sus sucesores. Del deplorable estado de este templo después de las turbaciones religiosas de aquel reino habla Ponz en su Viaje fuera de España (t. II. pág. 10 y sig.) De los célebres escritores que florecieron en este monasterio desde su fundación, y de otros señalados servicios que a sus monjes debió la religión antes de Enrique VIII, tratan S. Anselmo en sus cartas (lib. I. Ep. XIII. XVI. XXXVI.), Userio en las Antigüedades británicas (p. 128.), y Mabillon en los Anales Benedictinos (t. III. p. 546. y t. V. p. 434. 435.) 

(a) Secuencia para cada Domingo de Adviento. Para muestra de estas secuencias pondremos solo la de la Dominica IV de Adviento, que dice así: 

Jubilemus omnes unà

Deo nostro qui creavit omnia,

Per quem cuncta condita sunt saecula: 

Caelum quoque plurima luce coruscat, et diversa sunt sidera

Sol mundi stema, noctium decus luna, caeteraque splendentia,

Mare, solum, alta, planaque, profunda flumina, 

Aeris alta spatia quò discurrunt aves, venti, atque pluvia, 

Haec simul cuncta tibi soli Deo Patri militant, 

Nunc et in aevum sine fine per saecula laus eorum tua gloria. 

Qui pro salute nostra prolem unicam 

Patri in terra missisti sine culpa ob nostra delicta. 

Te Trinitas, precamur, ut corpora et corda nostra 

Regas et protegas, et dones peccatorum veniam. 


(3) Cosa... rara respecto de un tiempo en que por lo común cesa toda señal de alegría. No es extraño que en los misales haya secuencias para cada Domingo de Adviento. Hállanse también ejemplares de esto en nuestros misales antiguos. Porque durante el Adviento y lo demás del año, a excepción de los ayunos y de la Quaresma (Cuaresma), por antigua tradición se cantaba en España el Alleluia (aleluya), como dice S. Isidoro (de Div. offic. lib. I. c. III), al fin de la cual solía alargarse sin palabras ni sílabas el canto con el aliento o respiración prolongada, o voz sostenida, que eso quiere decir pneuma, sonus quidam laetitia sine verbis, como dice S. Agustín (in Ps. XCIX, n. 4.), que son las notas multiplicadas sobre la última a de Alleluia, por cuya causa en algunas Iglesias la llamaban balido (V. de Vert. Expl. des cerem. de l' Eglis. p. I c. IV. t. III. p. 107.) para manifestar el gozo del alma cuando alaba a Dios, y para elevarla a la contemplación de su gloria. Dum vero, decía Ruperto, psallimus Alleluia, jubilamus magis, quàm canimus, unamque brevem digni sermonis syllabam in plures pneumas protrahimus, ut jucundo auditu mens attonita repleatur, et rapiatur illuc ubi sancti exultant in gloria (Rupert. de Offic. div. lib. I. cap. XXXV.). 

Estas neumas o expresiones de júbilo, según advierte el orden romano, se llamaron secuencias, como si dijésemos, secuelas de la Alleluia: sequitur jubilatio, quam sequentiam vocant. A algunos les pareció mejor, dice Grancolas (les Ancien. liturg. pág. 507.), suprimidas las neumas, poner en vez del simple sonido algunos cánticos, especialmente en los días solemnes; lo cual dio ocasión a que se introdujesen en la liturgia en las grandes fiestas las prosas llamadas todavía secuencias porque se siguen al Alleluia. Costumbre que parece hallarse ya establecida en tiempo de Hugo de S. Víctor, que dice: Quando sequentia dicitur, posterius Alleluia non habet pneuma, sed chorus loco ejus sequentiam concinit. (de Myster. c. VII.) 

Estas palabras ligadas de esta suerte a la neuma, quiero decir, a las notas con que se cantaba el remate de la Alleluia, presto fueron divididas en estrofas o versículos. Y como desde la introducción de esta novedad se distribuyeron las palabras por notas, de modo que a cada nota correspondiese una sílaba, quedó después silábico el cántico de las prosas. Mas adelante, experimentándose cuan difícil era guardar esta perpetua sujeción a las notas del Alleluia, se tomó de ahí motivo para introducir en las prosas otros cantos, bajo distintas notas de las que servían para cantar el final o la secuencia del Alleluia. Por eso ya en el día en nada conviene el canto de las prosas con el del Alleluia, y aun algunas de ellas rematan con Alleluia (V. de Vert. loc. laud, p. 109).

En esto se ve también la razón por que recién introducido este rito, no se decía secuencia sino en las misas cantadas que tienen Alleluia, cuyo apéndice, por decirlo así, era la secuencia. Y así notó Durando que no debía decirse prosa cuando no se dice Alleluia, porque la prosa se sustituyó a la neuma. Por eso debió decir Maldonado en su tratado MS. de las ceremonias de la misa (ap. Lebrun. Cerem. de la Mis. p. II. art. VI.): 

"colligo curiositate privata aliquorum Sacerdotum fuisse additam prosam in missis, quae pro defunctis dicuntur: ut dicant Dies illa, dies irae. Quod fit extra rationem, et antiquos missales libros qui tantum habent sequentiam in diebus laetis.” Y así el misal dominicano hecho en Salamanca el año 1576 prohibió que se cante la prosa de la misa de los difuntos por ser contra rúbrica. Adelante no haciendo alto en la institución de las prosas, ni a que en su origen fueron como una continuación de la Alleluia; mas considerándolas como himnos o deprecaciones propias de la solemnidad y del oficio, y teniéndose por solemne la misa cantada de difuntos, se permitió que se cante en ella la secuencia; y así algunos misales no la mandaban decir en las misas rezadas. Ahora se dice indistintamente en todas las misas de difuntos. 

(4) También tiene prosas para todas las fiestas de los Santos. Pondremos de estas prosas una u otra muestra. 

Dominica infraoctava Nativitatis

Sequentia.

Christi hodierna celebremus natalitia: 

Caelica resonent clara camenas agmina,

Nunc regis celebrando gradulanter nuptias.

Lux nova jam terras illustrat veteres pellens tenebras,

Reserat superna gratia diu clausa palatia.

Faelix Mater et sola intacta Virgo et puerpera:

Cum jam Nato stas gravida cum viri sis cubilis nescia.

Omnis caterva nostra te rogat, Domina,

Solvas ut nostra cuncta peccaminum vincula Virgo sempiterna beata. 

Digna fuisti sola tollentem crimina 

Intra uteri claustra portare, qui gubernat omnia superna, infera. 

Hunc suam laudant facta, gaudentque bona qua vivunt super essentia. 

Nos humillima turba damus debita, poscentes ejus dementiam, 

Ut nostra praestans tempora nunc quieta, 

Det placidam frui vitam, utilia donando famulis munera; 

Ac inter nos discrimina saeva solvens post funera derelicta,  

Sedem ducat mortis ac malorum ignaram; 

Ubi ad dexteram Patris almam sedet, conregnat, aeternus per omnia, 

Potenter cuncta disponendo cum eo saecula praesentia, 

Beata justis donans omnibus praemia

Praeclara qua lux vere micat, quae est salus aeterna, et nostra gloria.


In festo S. Vincentii Martyris.

Sequentia. 


Stolam jucunditatis, Alleluia.

Induit hodie Dominus militem suum Vincentium 

Solito plaudat alacriùs concio laeta fidelium.

Hodie martyr insignis hostiam Deo placentem obtulit; 

Hodie tormentum ignis graviter examinatus pertulit. 

Animatus ad certamen monitu B. senis 

Gravissimis non refugit exhibere membra poenis. 

Ante ducem accersitur, et de rebus convenitur communis Ecclesiae. 

Sed non caedit blandimentis, emolitur aut tormentis ejus avaritia.

Illuditur Diaconus, dum sustinet martyr sanus poenarum angustias.

Dat minister charitatis, hostibus exuperatis, gratiarum copias. 

Furit igitur Praefectus, et paratus ardens lectus, 

insultantis viscera crates urit aspera. 

Sudat martyr in agone, spe mercedis et coronae, quae datur fidelibus pro Christo certantibus. 

De cujus victoria caeli gaudet curia. 

Quia vicit hodie ministros nequitiae. 

Ut hunc ergo per patronum consequamur vitae donum 

In illius die festo chorus noster laetus esto. 


(5) Pone prosas en las misas comunes. Notgero, o Notkero Balbulo, Abad de S. Gal, en el siglo IX, es el primero que compuso esta clase de prosas con aprobación de Nicolao I. Algunas de estas composiciones métricas y rítmicas de Notkero dio a luz Enrique Canisio en sus antiguas lecciones. Pero ninguna de estas obras aparece en los misales antiguos, así de Roma, como de otras Diócesis. Juan Francisco de Rubeis (dissert. de Sacr. Forojul. ritib. cap. V. §. IV.) impugna sólidamente la narración de algunas circunstancias que añadió a este hecho Ekkcardo en la vida de Notkero (cap. XVI.), publicada por Goldasto (Rer. Alamannicar. t. I.) A lo primero no las tenían sino las misas de las grandes solemnidades, luego se fueron multiplicando de suerte que las había propias en todas las misas. Adam de San Víctor compuso muchas en el siglo XII, las cuales equivocadamente atribuyó Cornelio Schultingio (Biblioth. eccl. t. I. p. II. cap. VI. et VII.) a los Papas Gelasio y Gregorio, como advierte el Cardenal Bona (de Reb. liturg. lib. II, c. VI.) 

Este mismo rito de poner secuencias en todas las fiestas de los Santos se nota en el misal de Aquileya, publicado el año 1517, y en otros MS., así de aquella Iglesia, como de la Forojuliense y Salisburgense (Salisbury), que vio Juan Francisco de Rubeis (V. diss. laud., V. et XIV.) 

Llamóse prosa en contraposición del himno, que es composición métrica, sujeta a cantidad (quantidad) y determinado número de pies: porque la prosa sólo está sujeta a la rima, y a un determinado número de sílabas, y aun hay prosas que no tienen rima ni medida de sílabas, como se ve en alguna de estas muestras del misal de Westminster. 

(6) La casulla talar redonda &c. No hallo repugnancia en afirmar esto de Valencia, puesto que en Roma en ese mismo tiempo estaban en uso las casullas de esta figura, como consta por algunas pinturas de Obispos, e imágenes sepulcrales de Sacerdotes (V. Krazer de Liturgiis, sect. III. art. VI. cap. V. n. 179). Tampoco es inverosímil que sucediese lo mismo en Venecia, donde además de la proximidad a la cabeza del orbe cristiano, acaso imitaron a los griegos, que aún hoy día conservan las casullas cerradas. 

La que usó Calixto III en la canonización de S. Vicente, y se guarda en esta Iglesia de Valencia, está cerrada hasta más abajo de los codos, rematando en punta las dos alas. 

jueves, 12 de mayo de 2022

Portada, prólogo, índice

Viaje literario 

las iglesias de España.


Le publica 

con algunas observaciones

Don Joaquín Lorenzo Villanueva, 

capellán de honor y predicador de S.M., 

y rector de los reales hospitales general 

y de la pasión de Madrid.


Tomo 1.


Madrid: en la imprenta de Fortanet

Impresor de la Real Academia de la Historia.

Año de MDCCCCII (1902)



/ Nota del editor, Ramón Guimerá Lorente. Se actualiza en gran parte la ortografía de Villanueva, pero no los textos que copia, que dejo tal como los publicó /



Fungar vice cotis.


Es reimpresión de la edición de Madrid, de 1803.


PRÓLOGO DEL EDITOR. 


Los viajes literarios, tan justamente promovidos en nuestros días por lo mucho que contribuyen al fomento de las ciencias útiles a la sociedad, tienen una especial recomendación para los pueblos católicos, cuando se dirigen a extender el conocimiento de la disciplina eclesiástica, y a ilustrar en todo o en parte los ritos y prácticas religiosas de la santa iglesia. Loable es el ansia de los anticuarios y de los artistas por descubrir los tesoros ocultos de la antigüedad profana, que dan luz a la historia, extensión a las ciencias, modelos y estímulos a las bellas artes. Pero aún lo es más la de los fieles ilustrados, porque se publiquen los tesoros literarios de la religión, cuyos intereses son de un orden superior, y transcendentales a objetos más dignos. Notorio es que la santa iglesia en varios puntos no substanciales de su policía exterior ha experimentado, o por mejor decir, ha dispuesto según la variedad de los tiempos ciertas mudanzas y alteraciones, cuya noticia contribuye al más claro conocimiento, así de la unidad del espíritu que la anima, como de la infinita sabiduría que la gobierna.

Lo uno y lo otro resalta igualmente en los siglos sabios y celosos, que en los menos ilustrados y fervorosos, así en el rigor de la antigua disciplina, como en la condescendencia y benignidad de la presente. Porque ambas cosas proceden de un mismo espíritu, que es el de Dios, nacen de unas mismas entrañas, que es la caridad de la iglesia, y van ordenadas a un mismo fin, que es la santificación de sus miembros.

Voy diciendo esto para salir al encuentro a algunos fieles bien intencionados, que por falta de advertencia o de instrucción en estas materias, pudieran sacar tal vez escándalo de lo que se escribe para su instrucción y edificación. Están creyendo algunos que los apóstoles y sus primeros discípulos establecieron uniformemente los ritos, así de la misa, como del oficio eclesiástico, y que la diversidad que se echa de ver en los tiempos siguientes es corruptela digna de ser olvidada para que no dañe su memoria.

Dejo aparte las ventajas de la loable uniformidad que se observa ahora, que de esto no trato. Voy sólo a manifestar la equivocación de los que pretenden que esta uniformidad la hubo en el principio de la iglesia, y que con ella no se ha hecho sino restablecer la práctica de los tiempos apostólicos.

Debemos pues suponer, y a su tiempo se dará demostrado: 1.° que desde el principio de la iglesia ha habido diversidad, así en las ceremonias de la liturgia, como en los ritos del oficio eclesiástico: 2.° que esta diversidad de ritos acompañada siempre de una perfecta uniformidad en las partes más considerables de la liturgia, en nada se opone a la unidad de la religión, ni a la indivisibilidad de su sacrificio, ni a la concordia de los miembros de la iglesia, que debe reinar en la oración pública. Que si esta variedad en algunos casos dio motivo de turbación a los flacos y menos instruidos, procuraron los SS. doctores desvanecer su temor, manifestando que la diferencia externa del rito, lejos de oponerse a la unidad del espíritu, en todo iba gobernada por ella; de lo cual quedan claros testimonios en S. Ambrosio, en S. Gerónimo y S. Agustín: 3.° que aun adoptado en España el orden romano, cada una de nuestras diócesis le acomodó a sus propios ritos, resultando de esto la admirable variedad que se echará de ver en el discurso de la obra principal, a que se dirige este viaje: 4.° que estas ceremonias instituidas por los prelados eclesiásticos son de la clase de otras cosas humanas sujetas a mudanza, como lo demuestran muchas de ellas abolidas, alteradas, restablecidas por sínodos o mandatos de los legítimos pastores, en iglesias conocidas, y en cuyos archivos se conservan documentos que acreditan esta alteración.

Por lo mismo que en esta variedad de ritos ha resaltado siempre la unidad de la fe y de la doctrina católica, algunos varones celosos y doctos han escrito sobre ellos tratados históricos, ya generales de toda la iglesia, ya particulares de algunas provincias, de donde ha tomado nuevas armas la religión para combatir a los enemigos de su unidad y de su doctrina. Entre los primeros deben contarse nuestro S. Isidoro, Hugon de S. Víctor, Agobardo, Rabano, Amalario, Ruperto, Durando, Bona, Martene, Gerbert, Mazzei y otros muchos. Entre los segundos Asseman, Mabillon, Renaudot, Tomasio, Antonelli, Rocha, Sala, Georgi, Borja y Ballerini. A los cuales pudiéramos añadir los escritores de los ritos particulares de algunas diócesis: Blasi de las de Sicilia, Alberico Oliva de la de Nápoles, Juan Francisco de Rubeis y Federico Altan de la de Forli; y de la de Milán Bertoldo, Eustaquio de S. Ubaldo y Luis Antonio Muratori.

Para estas y otras obras de la misma clase, escritas en casi todos los reinos de la Europa católica, se han hecho viajes, se han registrado archivos, se han reconocido documentos, se han sacado dibujos, en suma, no se ha perdonado trabajo ni estudio, tratándose este negocio por gente docta con el decoro correspondiente a la causa de la religión que en él se interesa. Por este medio han visto la luz pública innumerables rituales y sacramentarios griegos y latinos, y otros monumentos litúrgicos, ilustrados por católicos de conocida erudición y piedad.

Tal vez es España el único reino que ocultando los preciosos códices de sus iglesias, se priva de este esplendor de la ciencia eclesiástica escondido en su mismo seno, y de la gloria de comunicarle a otras naciones cultas, que liberalmente han franqueado esta clase de riquezas a todo el orbe católico. 

Sobre lo mucho que ofrecen en esta materia los sínodos de España que no se han publicado, consta que por medio de cartas y decisiones, también inéditas, se reformaron muchos de nuestros códices sacramentarios, se establecieron y suprimieron fiestas, se escribieron nuevos oficios, nuevas preces y oraciones, y se ordenaron varios ritos pertenecientes a la administración de la penitencia, de la eucaristía y de los demás sacramentos. Cierto es que han perecido gran parte de estos documentos anteriores al siglo XI, por las invasiones y el largo dominio de las naciones bárbaras en nuestra península. Pero con algunos de estos documentos se conservan muchos más de los tiempos siguientes, en que con la introducción de la liturgia romana quedó salvo a los obispos el derecho de ordenar las preces, los oficios y las ceremonias de los sacramentos.

Alguna muestra se verá de esto en los primeros ensayos que ofrezco del presente viaje, emprendido por mi hermano Fr. Jayme Villanueva, de la orden de Santo Domingo, en virtud de Real orden S. M., con el objeto de recoger de nuestros archivos los documentos necesarios para escribir la historia que se ha dignado encargarme S. M. de los ritos antiguos de nuestra iglesia. Desde luego cuento con el auxilio que prestarán para esta empresa las colecciones publicadas de nuestros concilios antiguos, las decretales y cartas de sumos pontífices pertenecientes a España, y las obras de los padres españoles. Mas fuera esto poco, si no tuviésemos a mano también los documentos de esta misma clase pertenecientes a los siglos posteriores. Y que estos documentos sean necesarios para la perfección de la obra se colegirá fácilmente de estas cartas que me va escribiendo mi hermano, acompañándome noticias de algunos códices, apuntamientos y extractos de otros, dibujos de inscripciones, alhajas y vasos antiguos, y copias de papeles inéditos, o muy raros, que no pudieran injerirse en la obra principal, y cuya publicación es justo que se anticipe en obsequio de los españoles y de los extranjeros aficionados a este género de letras.

En esta especie de viajes nos van delante Mabillon, Rubeis y otros piadosos extranjeros, a quienes igualamos en el deseo de la ilustración pública, y tal vez en los tesoros literarios con que la quisiéramos promover. Como esta no es obra metódica, nadie extrañará ver en ella tratadas algunas materias aisladamente, otras apuntadas conforme ocurren cuando están a la vista, que a esto se ve obligado el que viaja con la pluma en la mano, por no exponerse al olvido de alguna especie tal vez necesaria, cuyo orden y colocación queda después a cargo del que quisiere aprovecharse de ella.

Tócanse en estas cartas varias cosas por incidencia, otras debo tenerlas por oscuras para algunos lectores; y así me he visto precisado a ilustrarlas con las notas y observaciones que van al fin de cada una de ellas, para evitar confusión. Si alguno extrañare que en estas notas se aleguen prácticas de otras naciones, atribúyalo, no a falta de ejemplares en la nuestra, sino a la escasa noticia que hemos tenido de ellas hasta ahora; las especies que a los doctos parecieren triviales, déjense para los indoctos, que a ellos se dirigen.

Como la historia eclesiástica debe ilustrarse por todos los caminos justos y legítimos, y la de España está diminuta y mezclada de especies inciertas por falta de documentos: para aclarar la verdad de ella en algunos puntos oscuros o no bien averiguados, me ha parecido conveniente ir preparando una colección, así de estos, como de los demás MSS. preciosos que se fueren adquiriendo en este viaje, algunos de los cuales, por ser breves y porque ilustran varios puntos que se tratan en estas cartas, se irán insertando en los tomos a que pertenezcan. De esta suerte, correspondiendo a la liberalidad de los literatos extranjeros, se promoverá en España la erudición eclesiástica por medio de unas obras, que sin ser sabias, estimulan a la sabiduría. 


ÍNDICE 

DE LAS CARTAS QUE CONTIENE ESTE TOMO. 

(Las páginas son las del pdf, en este formato no concuerdan)

Carta 1. Memorias eclesiásticas de la antigua Sétabis. S. Félix diácono, patrono de esta ciudad. Templo que en ella se conserva con su advocación. Sepulcro de jaspe hallado en su recinto. Si fue de cristianos. Inscripciones inéditas. Erección de su iglesia colegiata. Sus reliquias. Fiestas particulares. Antiguo monasterio de Monsant. pág. 1 

Carta 2. Templo del santo sepulcro: si le hubo en Valencia antes de su conquista. Restauración de la silla episcopal en esta ciudad. Esplendor de su iglesia en el nuevo estado. Fundación de la catedral, y su advocación. Circunstancias señaladas de este edificio. Decoro del culto: vestiduras corales de sus prebendados y demás ministros, así de ella, como de las parroquias. Capilla del colegio de corpus Christi. 25 

Carta 3. Catálogo de los prelados de Valencia desde su conquista. 46 

Carta 4. Noticia de los sínodos de la santa iglesia de Valencia, celebrados después de su conquista. Hallazgo del de Santo Tomás de Villanueva. 67 

Carta 5. Códices litúrgicos que se conservan en la biblioteca de la santa iglesia metropolitana de Valencia. 88

Carta 6. Prosigue la noticia de los códices de la santa iglesia de Valencia. 104 

Carta 7. Observaciones sobre el oficio antiguo de Passione imaginis. Crucifijo devotísimo venerado en la parroquia de S. Salvador. Si es el de Berito: si vino a Valencia por el Turia. Preces del Señor Orbe a Benedicto XIII. 117 

Carta 8. De algunos ritos señalados de los oficios antiguos. 132

Carta 9. Imposición de la penitencia canónica. Bendición de los ramos. Origen de los monumentos. Otros ritos singulares del jueves, viernes y sábado santo. Reclusión de las mujeres públicas en la semana santa. Ceremonia actual en la vigilia de la Ascensión, y otra ya abolida en el día de Pentecostés. 146 

Carta 10. De algunos ritos antiguos. 162

Apéndice de documentos. 177