2.58. UN INTENTO DE RECUPERACIÓN MORA DE DAROCA
(SIGLO XII. DAROCA)
Después de haber reconquistadoZaragoza, Alfonso I el Batallador tuvo que hacer frente a un importante ejército musulmán en Cutanda, donde venció. Aquella victoria significó la posibilidad de conquistar Daroca, principal enclave murado a la vera del río Jiloca, plaza que, en efecto, pasó a sus manos en 1122. Aunque una parte importante de los moros darocenses decidió quedarse en sus casas, otros optaron por el exilio, refugiándose en tierras de Molina, Cuenca o Valencia, en espera de una reacción que nunca llegó. Algunos, por fin, merodearon por la comarca formando grupos de bandoleros que dificultaban el tránsito por sus caminos. Ello hizo que Alfonso I, como medida de precaución, ordenara una vigilancia permanente de Daroca.
Entre los moros que se hallaban al acecho estaba, capitaneando un importante grupo de hombres de guerra, el jerife Omar ben Ahmed, hijo de Ahmed ben Ibrain, derrotado por Alfonso I en Cutanda. Cuando se consideró con fuerzas suficientes, se propuso la recuperación de Daroca procurándose como aliados a los moros y judíos darocenses.
Envió a Daroca a un alfaquí llamado Jahy ben Jaldum con instrucciones para, una vez en Kal’at Darawka, soliviantar a sus correligionarios, a los que conocía por haber vivido en ella durante buena parte de su vida, conviniendo en la fecha en la que Omar ben Ahmed atacaría las murallas darocenses. Pero Jahy ben Jaldum fue interceptado vestido de cristiano por una partida de jinetes darocenses quienes, tras reconocerle, lo confinaron en la zuda, de modo que no pudo llevar a cabo una parte del plan urdido por Omar ben Ahmed, desconocedor de lo que había ocurrido. Por eso, éste siguió con sus planes y, amparado en la oscuridad de la noche, cabalgó por los llanos de Gallocanta con la intención de asaltar los muros de Daroca aquella misma noche.
En la villa darocense, los centinelas se habían dormido. Pero quiso la fortuna que, ante el estruendo de las cabalgaduras moras, las ocas levantaran el vuelo asustadas, despertando con sus graznidos a los centinelas. Dada la alerta, los jinetes musulmanes —que no pudieron contar tampoco con la esperada ayuda de sus correligionarios— fueron vencidos y hechos prisioneros, descubriéndose además la misión de Jahy ben Jaldum, que fue ahorcado en la plaza. En reconocimiento a su inesperada y providencial ayuda, los darocenses incorporaron a su escudo seis ocas, en sustitución de otros tantos lirios.
[Beltrán, José, Tradiciones y leyendas de Daroca, págs. 63-66.]
la oca del Ampurdán - ave procedente de la cría selectiva del ganso común salvaje en el norte de Cataluña. Se caracteriza por ser blanca y poseer un característico copete sobre la cabeza.